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Parece que la palabra bullying proviene del inglés bull que significa toro, por eso alguien dijo que el bullying es la fuerza que ejerce un bruto para intimidar, siempre, a una persona más débil que él.
El acosador (the bully) quiere sentirse y mostrarse fuerte, pero es todo lo contrario, es un cobarde porque solo intimida al que es más débil que él y está indefenso. La persona verdaderamente fuerte no siente la necesidad de molestar a nadie.
A continuación, entre comillas, información tomada de https://bullyingsinfronteras.blogspot.com/
“Según la definición consensuada entre la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) y la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, el bullying o acoso escolar es toda intimidación o agresión física, psicológica o sexual contra una persona en edad escolar en forma reiterada de manera tal que causa daño, temor y/o tristeza en la víctima o en un grupo de víctimas.”
“Según el Primer Estudio Mundial llevado adelante por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras para América, Europa, África, Oceanía y Asia; realizado entre enero de 2020 y diciembre de 2021,
El podio mundial de bullying lo ocupan México, donde 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren todos los días algún de tipo de acoso. Estados Unidos de América con 6 de cada 10 niños y adolescentes sufren acoso escolar”.
“Con los más de 40 millones de alumnos de nivel primario y secundario en México, el sufrimiento cotidiano lo padecen unos 28 millones de niños y adolescentes, una cifra que da vértigo y que equivale a toda la población de Portugal, Bélgica, Uruguay y Chile juntas”.
“El bullying o acoso escolar es causante directo de más de 200.000 muertes, ya sea por homicidio o por inducción al suicidio cada año. …. En el mismo lapso está probado que enferma a miles de estudiantes que en general abandonan sus estudios o los sobrellevan con angustia y cansancio como si de una cotidiana tortura se tratase”.
¿Y si la situación es tan grave, que hace la vida insoportable para las víctimas (hasta el punto de inducir al suicidio) y para sus familias, por qué los legisladores, que son los únicos que pueden, no toman medidas eficaces?
Todo docente tiene el deber profesional y moral de abordar el problema; todos queremos que la escuela aborde el problema con prontitud y firmeza, pero esto no sucede.
Los padres, impotentes, pierden la fe en la escuela, todos estamos en contra de la intimidación y todo el mundo cree que la escuela es la única responsable de corregir este flagelo, pero esto no es así. La escuela no tiene las herramientas para hacerlo. Si la ley no le da a la escuela la autoridad suficiente, el problema se quedará sin resolver.
De hace algunos años para acá ha hecho carrera la idea de que toda sanción es mala y no nos damos cuenta que hay una estrecha correlación entre esta actitud y la indisciplina social y el incremento de la criminalidad. No estamos abogando por la violencia o los castigos degradantes, estamos diciendo, simplemente, que debe haber una sanción oportuna y proporcional al hecho, involucrando, de paso, a los padres de familia del acosador con el fin de evitar males mayores
El que padece el acoso siente doble sufrimiento. Por un lado, está el dolor que produce el acoso y por el otro la impotencia y decepción de ver que al acosador sigue tan campante. La falta de justicia es injusticia. Por respetar los derechos de los delincuentes, estos no están respetando los derechos de las personas de bien. (¡200.000 muertes al año!).
Por el hecho de que le den un consejo, el acosador no va a cambiar su conducta, al contrario, va a persistir en ella porque eso le produce satisfacción, entonces seguirá hasta convertirse muchas veces en un verdadero delincuente o hasta que alguien cansado de soportarlo tome cartas en el asunto de una manera que pudo haberse evitado si se hubiera corregido oportunamente la conducta inadecuada.
¡Paremos el bullying!
¡Denunciemos a los acosadores!
Profesores, hagan cuanto esté a su alcance para evitarlo.
Padres de familia, hablen con sus hijos para que no callen si lo sufren o para que no lo propicien.
Legisladores, legislen de acuerdo con las circunstancias. Denle la oportunidad a la escuela de tomar los correctivos oportunos y adecuados.
200.000 muertes al año por culpa de los bravucones, el equivalente a la población de una ciudad mediana. ¡Qué vergüenza!